lunes, 7 de junio de 2010

KUNA YARGI 6



LA VOZ DE LAS CEBs
“Si me matan, resucitaré en el pueblo”

Llega a sus manos, querido lector, un nuevo número del Kuna Yargi. Queremos que este medio de comunicación anime en usted el deseo de trabajar por la creación de un mundo donde habite la justicia y la solidaridad. Este boletín estará dedicado a dos mártires muy significativos: Monseñor Romero, Arzobispo de San Salvador, y Héctor Gallego, sacerdote colombiano que trabajó en Santa Fe de Veraguas.

El pasado 24 de Marzo se celebró en la capital de El Salvador el 30 aniversario del martirio de Monseñor Oscar Arnulfo Romero (+1980). El pueblo recordó vivamente el testimonio de este obispo que denunció proféticamente la violencia institucionalizada y que defendió con su propia sangre la dignidad humana. Su mensaje estimuló a los que promovían en distintos movimientos políticos y eclesiales un cambio estructural en el país, y su voz traspasó las fronteras de esta pequeña nación centroamericana convirtiéndose en una figura emblemática de la defensa de la causa de los pobres.

Héctor Gallego, desaparecido el 9 de Junio de 1971, fue modelo de los sacerdotes que asumen con radicalidad la opción por los pobres. El trabajó en los campos de Santa Fe de Veraguas luchando contra las injusticias y los abusos de los terratenientes, organizando a los campesinos en cooperativas, llevando la Palabra de Dios a todas las comunidades, denunciando en los medios de comunicación las situaciones injustas.

En ambos mártires captamos a profundidad la compasión solidaria que también debe caracterizar nuestro caminar de Iglesia. Hoy, como kunas cristianos, necesitamos vivir con seriedad y con pasión nuestro compromiso de seguir a Jesús, defendiendo a nuestro pueblo hasta las últimas consecuencias.

Si queremos vivir un cristianismo adulto, si queremos tomar a Dios en serio, debemos abrir nuestra mente y nuestros sentidos a las realidades más crudas y dolorosas que afectan la vida de nuestra Comarca. Es en esas realidades, heridas abiertas y sangrantes, donde podemos descubrir la voluntad de Dios. Los mártires se conmovieron por la realidad de su pueblo pobre, explotado, perseguido. Ellos descubrieron en el sufrimiento de la gente al Cristo crucificado que sigue clamando por justicia. Ellos experimentaron la indignación de Dios en el Éxodo (cf Ex 3), prestaron atención al clamor de su pueblo y tomaron postura ante él. Imitaron a Jesús que se compadecía de las muchedumbres abandonadas (cf Mc 6, 34) y por eso su predicación se transformó en agua viva para calmar la sed de las víctimas.

Los mártires “no vendieron su alma al enemigo” dejándose llevar por la tentación de una vida cómoda, lejos de las preocupaciones de la gente. Ellos hicieron opción por los pobres, compartieron con ellos el miedo, la inseguridad de cada día y la muerte injusta. Sintieron hondamente las palabras de Yahveh en Isaías: “Consuelen, consuelen a mi pueblo” (cf 40,1). Ellos no hicieron pacto alguno con los enemigos del pueblo y, por eso, su memoria se mantiene viva, resucitada en el corazón de la gente.

Hermanos, hermanas, hoy, como pueblo indio estamos amenazados por todas partes: el olvido de nuestras tradiciones, el narcotráfico, las políticas estatales… toman cada día más fuerza. Manuel Smith nos decía hace algunos años que “es muy importante que tengamos los ojos muy abiertos porque a nuestra Madre Tierra la está rodeando una gran anguila, y si nos descuidamos el animal nos va a tragar; salvar a la Madre Tierra significa salvarnos como hombres, como pueblo. La gran anguila quiere robar nuestra tierra, así como sucedía con Ibeler; y bien sabemos que Bugasui la liquidó, pero se está cambiando de piel y no nos quiere dejar. Ante el animal tenemos que estar muy atentos” (Usdup, 1 al 4 de Agosto de 1985). Está en nuestras manos el salvarnos de todos los males que nos aquejan y sólo viviendo con autenticidad, sin dobleces, según las normas de Baba y de Nana podremos lograrlo. Los mártires nos dicen que es posible vivir así. Luchemos, pues, como ellos, por la vida plena de nuestras comunidades.

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