Un saludo cordial para ustedes, queridos lectores del boletín Kuna Yargi. Que nuestro medio de comunicación los estimule a enfrentar con valentía la cultura de muerte que se impone día a día en nuestra sociedad. Dedicamos este número a la reflexión sobre las formas de resistencia que han mantenido los pueblos indígenas ante las invasiones.
Como sabemos, los imperios nos han acosado continuamente para robarnos la tierra, borrar nuestras tradiciones y someternos a su voluntad. Se han hecho ricos empobreciéndonos. No obstante, nos mantenemos en pie, sujetando en nuestras manos las flechas que nos dejaron los abuelos. Nuestros sailagan aún siguen cantando los relatos de Ibeler, Duiren e Igwasalibler, para conservar viva nuestra memoria histórica.
El saila Octavio Méndez nos advertía hace unos cuantos años: “Nos dicen que nuestra historia ha pasado, que ya estamos viviendo otros tiempos, que no podemos estar lamentándonos sobre lo pasado, que hay que seguir adelante. ¿Por qué estamos recordando ahora nuestra historia, nuestros sufrimientos pasados? ¿Para qué? Yo pienso que en la medida que nuestra historia sea “nuestra”, estaremos capacitados para defender a la Madre Tierra. Si nosotros nos olvidamos de los hechos pasados, corremos el peligro de repetir los mismos errores, de ser tomados sorpresivamente por cualquier intruso que nos quiera matar. Los años van pasando, los errores, los acontecimientos se van repitiendo. Por eso, recordamos a Ologan, a Igwasalibler. No sólo es recordar la historia, es hacerla vida en nosotros” (Uggubseni, 5 al 7 de Septiembre de 1986).
El balance de víctimas causadas por la conquista y la colonia española es realmente escandaloso. Y hoy continúan los atropellos y los crímenes en un país que se dice “democrático” y “civilizado”. Nosotros, sobrevivientes de este genocidio, somos los hijos de los que resistieron, de los que lograron escapar. Somos los que ahora estamos de pie acusando al tirano. Todavía hay muchas cuentas que saldar. Hay que pedir perdón. Hay que restituir lo robado. Y hay que seguir luchando porque, después de tantos años, poco ha cambiado.
El clamor de Jesús condenado a muerte sigue resonando en nuestro propio pueblo. Su vida y sus palabras nos invitan a crear un mundo nuevo basado en la justicia y la solidaridad. Con él nos oponemos rotundamente a someternos a las órdenes del Imperio. “Ustedes encontrarán la persecución en el mundo. Pero, ánimo, yo he vencido al mundo” (Jn 16, 33b).
Doggus nued soglege we sabga Kuna Yargi absomaladga. Bitigi we sabga anmarga inamaddagwen dagsana gadindo burba nigga neg isgunaid abinsaega. We sabga narmaglesadi binsaed soggwen egi amiegala igi anmar dulemar Abia Yarginmaladi sibgan abinni gargangued oyobuggwa.
El anuncio del Evangelio en Kuna Yala va configurándose con algunos rasgos peculiares que explicitamos en seis ejes principales. Éstos ejes han centrado la reflexión de los misioneros católicos y las CEBs en los últimos años. Exponemos a continuación otra de las líneas que inspiran nuestro trabajo de Iglesia:
SERVIDORA DEL REINO
PRESENTACIÓN
La Iglesia, en el proceso de evangelización llevado a cabo en Kuna Yala hasta el Vaticano II, miró al indio como “salvaje y pagano” y se entendió a sí misma como sociedad perfecta, jerárquica, centrada en la doctrina y los sacramentos, y depositaria de la verdad: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”.
El Reino de Dios era identificado con la Iglesia, quedando reducido el ámbito de ésta. Se hablaba también del Reino de los cielos como premio para los buenos que morían en gracia de Dios.
En la década de los ochenta cuando los misioneros y las CEBs formulaban la misión de la Iglesia como el servicio al Reino presente en el pueblo, hay un reconocimiento del pueblo kuna como sujeto de su historia, de su proyecto histórico, que es mediación privilegiada de la presencia de Dios y de su Reino. Eso lleva a los misioneros a la exigencia de:
-Buscar los elementos del Reino ya presente en la vida, cultura y religión kuna;
-y compartirlos y vivirlos con el pueblo kuna.
ILUMINACIÓN
Nuestro Dios es un Dios de la Historia, tiene una voluntad y un proyecto sobre la historia, y nos lo ha dado a conocer en Jesús. Su proyecto es el Reino de Dios. “Venga tu Reino” (Mt. 6,10) es la petición central de su oración.
El Reino es el señorío efectivo (reinado) del Padre sobre todo. Cuando Dios reina todo se modifica; nuevas relaciones con Dios (Padre-hijos), nuevas relaciones humanas (hermanos), nueva sociedad (justicia y vida, paz). “Justicia, libertad, fraternidad, amor, paz, perdón, inmediatez con Dios… constituyen la causa por la que luchó Jesús, por la que fue perseguido, preso, atormentado y condenado a muerte”. El Reino de Dios es lo absoluto para Jesús, su opción radical: “Busquen primero el Reino y su justicia” (Mt. 6,33). Jesús viene para que el pueblo tenga vida y la tenga en abundancia (cfr. Jn. 10,10).
Evangelio significa “la buena noticia del Reino”, el Reino de Dios como buena noticia. Jesús comprende su misión como dirigida a los pobres: me ha enviado a anunciar a los pobres la buena noticia” (Lc. 4,18), “dichosos ustedes los pobres, porque suyo es el Reino de Dios” (Lc. 6,20). Los pobres son los primeros destinatarios del Reino. “Por el mero hecho de ser pobres, Dios los defiende y los ama, y son los primeros destinatarios de la misión de Jesús” (Puebla 1142).
Todos los pueblos han intuido en su religión, en su cultura, en sus valores más profundos, la utopía del Reino. El pueblo kuna sueña su proyecto de vida en una articulación, entrañable y armoniosa, entre la Madre Tierra, Baba y Nana, y la comunidad “Olodule”. Un símbolo: Onmakednega.
La Iglesia existe para continuar la misión de Jesús: debe ser signo y testimonio del Reino de Dios. La Iglesia no es para sí misma, debe estar al servicio del Reino en todos los pueblos la tierra, como fermento, luz y sal.
PROPUESTAS
1. Hacer del servicio al Reino, que acontece en Kuna Yala, el criterio fundamental de nuestra presencia y actuación como Iglesia.
2. Apoyar las organizaciones populares (jóvenes, mujeres, barriadas) en la lucha por sus derechos a una vida digna y justa.
3. Asumir, como comunidades eclesiales, el compromiso de ser instrumento y signo de Baba y su Reino.
COMUNICADO DE CoNaPI A LOS PUEBLOS INDÍGENAS DE PANAMÁ Y A TODO EL PAÍS
21 de Julio de 2010.
“Cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicieron”, dice el Señor (Mateo 25,40)
La Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena (CoNaPI), comisión de la Conferencia Episcopal Panameña al servicio de los pueblos indígenas de Panamá, ante los gravísimos hechos acaecidos en Bocas del Toro quiere decir una palabra, una reflexión, sobre todo dirigida a los pueblos ngöbe, buglé, naso, bribri, kuna, enbera y wounaan, a quienes nos debemos.
“Hoy los pueblos indígenas están amenazados en su existencia física, cultural y espiritual; en sus modos de vida; en sus identidades; en su diversidad; en sus territorios y proyectos” (Doc. Aparecida, 90).
1° En Julio de 2009, los señores obispos señalaban problemas existentes en diferentes lugares habitados en su mayoría por indígenas: “En los últimos meses, se han suscitado reclamos de los pueblos indígenas naso, ngöbe y buglé sobre sus derechos posesorios ancestrales de las tierras que habitan. El pueblo naso aspira a lograr su comarca y los pueblos ngöbe y buglé a que se respeten sus tierras afectadas por proyectos hidroeléctricos, ganaderos y turísticos”, y también advertían: “Ante esta situación, pedimos al Gobierno Nacional que aborde esta problemática con carácter de urgencia para evitar situaciones de violencia en detrimento de la vida y de la dignidad de estos pueblos, que tienen los más altos índices de pobreza” (Comunicado de la CEP, 090710, punto II.3).
2° A esta situación se añade que, durante los últimos meses, se han aprobado leyes que, de una u otra forma, afectan gravemente a los pueblos indígenas de este territorio (Ley 14, Ley 30, Ley 40, Decreto Ejecutivo 537, etc). Pareciera que se pretende poner un contexto legal para acciones de mayor daño.
3° En Bocas del Toro -en las semanas anteriores-, como respuesta a las acciones de protesta de sindicalistas y población en general, además de insultos y maltratos por parte de altos funcionarios del Gobierno, se dieron también hechos de represión por parte de la Policía Nacional, ordenados por el Ministerio de Seguridad y el Gobierno Nacional. Dicha represión nos parece ilegal, inmoral e injusta.
4° Tenemos que señalar también que, durante las manifestaciones que se dieron, hubo vandalismo, se destruyó propiedad particular y del Estado, se impidió la libre circulación, se puso en peligro a niños y ancianos, se detuvo la actividad económica, la población sufrió, sobre todo los más débiles.
5° Como consecuencia de todo esto ha habido, por lo menos, dos indígenas asesinados, y hay otros -casi todos ngöbe- que van a quedar ciegos o faltos de un ojo, con el desamparo, la marginación y la problemática que estas situaciones traen. Igualmente, ha habido cientos de heridos (entre población y policías). A esto no se le puede llamar “fallos” o “errores”, son verdaderos crímenes penados por la ley, son pecados graves.
“Nuestro servicio pastoral a la vida plena de los pueblos indígenas exige anunciar a Jesucristo y la Buena Nueva del Reino, denunciar las situaciones de pecado, las estructuras de muerte, la violencia y las injusticias internas y externas, fomentar el diálogo intercultural, interreligioso y ecuménico” (Doc. Aparecida, 95).
6° Si queremos construir el Reino de Dios, con todos y para todos, tenemos que dar pasos en esta dirección: reflexionar, escuchar, dialogar, reconocer los hechos gravísimos cometidos, pedir perdón (no excusas), actuar de manera congruente.
7° Por tanto, hay que reflexionar muy seriamente sobre lo ocurrido: No se trata sólo de una mala explicación de una ley, NO son meros fallos, NO son simples errores. Matar personas, dejar sin vista, son PECADOS graves. Acabar con la propiedad de los otros, también es pecado. Tenemos obligación, sobre todo quien recibe el mandato de todos los panameños, de escuchar, dialogar, pedir perdón por los crímenes cometidos. Más aún, los culpables de estos crímenes deben ser castigados.
8° Si la mayoría de la gente pobre está afectada por leyes injustas/inconsultas, éstas tienen que ser cambiadas/derogadas. El Gobierno se debe a la mayoría del país, que le dio el mandato (por eso son mandatarios) para gobernar. Los diputados no mandan sobre la gente, más bien tienen el mandato de legislar en beneficio de las mayorías.
9°Como Iglesia Católica hemos ayudado en la emergencia, hemos apoyado a las víctimas -humanitaria y legalmente-, hemos intentado mediar en el conflicto. Queremos seguir participando, siempre teniendo por delante la justicia, la verdad, el derecho de los más débiles.
10° Construir y desarrollar un país que valore y respete lo multiétnico y lo multicultural no es fácil, pero es nuestra tarea. Esta tarea pasa por acciones que realmente faciliten dicha construcción.
Pedimos que Ngöbö, Chubé, Sboré, Baba Dummad, Ankoré, Ewandam, nuestro Dios, Padre-Madre de todos los pueblos, nos bendiga y nos impulse.
En este espacio de la entrevista con nuestros amigos conversamos con el señor Blas Quintero. Él es antropólogo y trabaja en la Acción Cultural Ngöbe (ACUN); también es asesor de la Coordinadora Nacional de Pastoral Indígena de Panamá (CoNaPI). El tema que tratamos: la resistencia de los indígenas ngöbes ante las diversas amenazas a su existencia como pueblo. Damos la palabra a nuestro invitado…
Blas, ¿cómo ves el panorama de tolerancia y de respeto hacia las culturas indígenas en la sociedad panameña?
Cuando se habla de este tema a uno le causa cierta indignación por la ignorancia atrevida de la gente que quiere cifrar el momento actual como si no hubiese ocurrido nada en la historia. La gente dice cosas casi inconscientemente, sin saber que sus afirmaciones tienen una carga de representaciones sociales negativas referidas a los pueblos indígenas, del porqué están hoy como están. Se suele señalar que los mayores índices de pobreza están en los pueblos indígenas “porque ellos se lo buscan”, “porque se cierran al desarrollo”, “porque son ignorantes”… Se repiten todas esas etiquetas, esquemas y representaciones sociales de lo negativo de los indios porque lo diferente es visto como amenaza. La diferencia no es vista como una potencialidad, ni como una riqueza. Sin embargo, decimos que en los mares de Panamá hay un sinfín de especies, en los bosques una gran variedad de insectos, y que esa diversidad es el atractivo de los biólogos que vienen aquí. Entonces hay una contradicción en el mismo discurso: para unas cosas la variedad sí es una riqueza, pero en el contexto humano no; agarramos a los negros, a los chinos, a los indios y a los campesinos y los echamos en un saco sin ver sus valores. En nuestro lenguaje hay una carga muy negativa de ignorancia pues repetimos estas cosas respecto de los pueblos indígenas sin saber que son verdaderos monumentos de resistencia y de resiliencia; la resiliencia es la capacidad que tiene un ser humano de sobrevivir contra todas las posibilidades.
¿Qué adversidades ha tenido que superar el pueblo ngöbe?
El pueblo ngöbe ha tenido que enfrentar el desmembramiento de las instituciones en donde estaba asentado. La gente tuvo que huir de sus lugares históricos. Los buglés vivían donde ahora es Veraguas, Santiago, Santa Fe, Calobre, Cañazas, Soná, La Mesa. Tuvieron que huir de las invasiones hacia la montaña y meterse en la selva de Calovébora. Los ngöbes se metieron en la parte alta de la selva, sobre todo en Bocas del Toro, a los márgenes del río Cricamola. El abandono de sus tierras, de sus contextos geográficos, la población diezmada por las enfermedades y los combates configuraron un verdadero martirio. También hubo secuestros de gente para venderlos como esclavos y saqueo de sus riquezas. Ha sido una historia dura.
¿Qué personajes se destacan en las luchas de este pueblo?
Entre los ngöbes hay un líder por excelencia, cuyo rostro aparece en el centavo de nuestra moneda: Urracá (siglo XVI). Su verdadero nombre es Uibaröga. Era originario de las montañas de Veraguas. Fue engañado con la idea de firmar la paz en el pueblo de Natá y lo apresaron para deportarlo a otro país y así dejara de molestar. Él logró escaparse en Portobelo y regresó para combatir con los españoles por más de una década, junto con los líderes indígenas de Veraguas. Se movilizaba por la cordillera, en lo que hoy es Buobitdi, capital de la Comarca Ngöbe Buglé, un sitio casi inaccesible. No lo pudieron volver a atrapar. Hoy este sitio es capital de la Comarca en memoria de los combatientes que entrenaban allí para la guerra.
Hay otros personajes importantes como Mama Metdo, del clan de los Metdobo; de él descienden los Montezuma actuales que están en la Comarca. También sobresalen héroes como Mironomo, Durin Krüna, Samin Kebedo, Jirondai, y grupos como los Rarabu, los Kikribo y los Molena. Casi todos ellos chamanes, defensores del pueblo.
¿Qué elementos permitieron a los ngöbe resistir no sólo física sino, también, culturalmente?
La respuesta es compleja. Yo creo que esta gente ha sobrevivido por el tipo de organización social y económica. El concepto de comunidad no se asienta únicamente sobre lo que se tiene; lo que en realidad dinamizan las acciones y las redes humanas es lo que falta, lo ausente, lo que te une a otros para lograr algo. Por ejemplo: si necesito medicinas tengo que acudir a otro para curarme, sea al curandero o al médico. Si necesito construir mi casa, tengo que acudir al que sabe construir casas, porque no soy un sabelotodo. Por tanto, las carencias activan las relaciones comunitarias y parece que eso en una comunidad indígena es lo que permite la interacción. Por eso para la gente ngöbe la relación entre grupos es muy importante.
Entre los ngöbes la categoría de matrimonio no tiene exclusivamente una carga afectiva, no es sólo un asunto de amor, sino eminentemente un asunto económico. Hasta hace poco, unos cuarenta o cincuenta años atrás, los padres eran quienes contrataban los matrimonios. Se trata de relaciones matrimoniales de grupo o matrimonios en doble vía, denominados gure jutre. Si se veía necesario fortalecer el vínculo entre dos grupos familiares, por ejemplo los Tubrí con los Side (de distintas comunidades), los mayores de edad buscan los consortes adecuados en cada grupo, recíprocamente. Este tipo de relación simétrica entre dos grupos familiares permitía además el poder utilizar bienes de allá y bienes de acá, entablándose una relación económica. Seguramente esa estrategia de organización social ayudó mucho para la cuestión de la sobrevivencia.
También hay otra institución de gran potencial ético entre los ngöbes que se llama juritde. Se trata del derecho de pedir y de la obligación de dar. Si yo tengo contigo un vínculo familiar, ritual o de amistad y he caído en desgracia (por ejemplo, mi siembra o mi casa se quemó) entonces yo, sin ningún tipo de vergüenza porque no voy a mendigar o suplicar, voy dignamente y te digo tiyi juritde, “he venido a pedirte”. Y tú no puedes decirme que no; éticamente está prohibido decir que no. Entonces puedo cosechar dos quintales de ñame de tu finca para mi familia, que servirá de alimento para una semana. Este tipo de relación contra los riesgos, contra las desgracias, permitió la sobrevivencia de la gente. Panamá es actualmente un país capitalista, donde la acumulación individual es una cuestión bien vista; aquí se piensa que cuanto más tienes mejor eres. Si te fijas en los índices de desarrollo humano que hizo el PNUD, los distritos con mayor desigualdad no son los indígenas. La economía doméstica ngöbe ha impedido que unos se abalancen contra otros en la lucha por los bienes y, más bien, se ha preocupado por fortalecer las relaciones familiares.
Hay otros mandatos que son sellados por medio de rituales. Si hay algo que fija identidad en los pueblos indígenas son los rituales. El símbolo fija valores; los símbolos pueden ser palabras, gestos, personas, juegos, etc. En el pueblo ngöbe hay un ritual económico denominado döñai jabuga, “beber chicha y servirle al otro”. Yo voy a trabajar contigo y luego tú me das para que yo lleve a mi casa. Esto crea una relación de fraternidad.
Otro ritual se llama etdabali. Consiste en un juego en el que se lanzan palos de balsa contra las pantorrillas del otro y ver al final quién es más rápido y fuerte. El que reta va acompañado de un gran número de personas. Se pasan dos días comiendo, bebiendo y jugando. Cuando termina el ritual el que recibió debe dar comida a la gente para llevar para el camino y para la casa. El objetivo es crear parentesco ritual, hacerse hermanos.
Estos tipos de mecanismos sociales, económicos, rituales y lúdicos han sido claves en la resistencia del pueblo ngöbe ante la adversidad, porque definitivamente esta gente no recibió ningún apoyo del Estado para vivir con dignidad; más bien los recursos estaban destinados a las grandes ciudades y a los no-indígenas con poder. Se continuó con la estructura colonial aún cuando ya se había logrado la independencia. Así que los pueblos indígenas en el siglo XIX y siglo XX no tuvieron ninguna participación en las decisiones del Estado. Tuvieron que superar los entuertos y los desastres brutales con poca gente, recursos mínimos y con la creatividad propia que les daba su cultura.
¿Qué amenazas enfrentan hoy los ngöbe?
La gente tiene hoy una gran dependencia del Estado. El Estado es el que dice qué hacer, qué no hacer. Que sigan definiéndote el futuro es un serio riesgo para la sobrevivencia. En el concepto de Estado que dice “que somos todos los ciudadanos” los ngöbes son también el Estado, y tienen derecho a que se les dé oportunidades de acceso a bienes y servicios, para que potencialicen y desarrollen sus capacidades. Sin embargo, el Estado viene a significar un peligro ya que éste incursiona en sus territorios con otro tipo de intereses. No les importan los indígenas. Pareciera que uno tiene que decir que sí a todo lo que dicen porque si no uno se opone al “desarrollo” y a la legalidad misma del Estado. Si me agarran todos los ríos para producir electricidad tengo que quedarme callado, pues necesitamos electricidad día y noche. Pero resulta que esa electricidad es para un emporio o de una corporación que quiere venderla a todo Centroamérica. Son negocios que se realizan a costa de los recursos que pertenecen a la gente.
La educación es una paradoja. Decimos que ésta es un medio para la liberación, pero se torna en una amenaza para los pueblos indígenas, porque tienen que renunciar a lo que es importante para ellos y poder así sobrevivir materialmente. Tienen que renunciar a su idioma y a pensar como indígenas. Es un tipo de educación etnocida que aniquila todo lo que es diferente al sistema monocultural panameño.
Internamente, la no transmisión de conocimientos intergeneracional es una verdadera amenaza. La actual generación de jóvenes, por lo general, no quiere saber de conocimiento propio, se ríen de los viejos que cantan, por ignorancia. Esto es parte de la influencia negativa de la escuela que acelera los procesos de aculturación.
También otro problema entre los ngöbes es la violencia interna por el reacomodo de los marcos jurídicos en materia de administración de justicia. Se ha descontinuado la administración de justicia de manera consuetudinaria y tradicional, no hay jurisprudencias adecuadas de manera que los jueces puedan dictaminar un fallo. Por eso la gente vive como en un limbo de no administración de justicia. Esto crea una serie de angustias y de pleitos interminables en las comunidades sobre todo en materia agraria: uso, usufructo, traspasos, herencias de tierra. La falta de respuesta de los sistemas jurídicos es una amenaza para la convivencia interna de las comunidades.
¿Qué palabras darías al pueblo kuna sobre su papel en este momento de la historia panameña?
Los kunas tienen un proceso de vida diferente. La mitad de la gente vive en las Comarcas de Madungandi, Wargandi y Kuna Yala, y la otra mitad en contextos urbanos. Quiere decir que lo indígena no solamente es rural, selvático o insular, sino también urbano. Y se puede y se debe seguir siendo indígena de manera urbana. Cambia el contexto, cambian las relaciones y la manera de vivir y por eso hay que hacer un enorme esfuerzo por reinterpretar la vida. Yo diría que los kunas pueden echar una mano a los otros pueblos indígenas. Los kunas entenderían mucho mejor a los otros indígenas que la sociedad panameña o que los más avanzados inculturados no-indígenas. Yo echo de menos ese tipo de solidaridad entre pueblos tan cercanos. Ante tantos problemas que tienen los pueblos indígenas de otras zonas del país 50.000 kunas urbanos pondrían en jaque la ciudad en unas cuantas horas. Falta activar ese movimiento social para que los kunas tengan mayor incidencia aquí en la ciudad, donde se manejan los problemas.
Compartimos con ustedes las reflexiones de Carlos López y Gilberto Arias entorno a la resistencia que sostuvo al pueblo kuna ante la invasión española. Estos dos grandes líderes nos transmitían hace 25 años su sabiduría y nos motivaban ser fieles a nuestras raíces. Estos pensamientos son tomados del Encuentro General realizado en Uggubseni del 5 al 7 de Septiembre de 1986.
Carlos López
El saila nos cantó de Igwasalibler. En ese tiempo es cuando nuestros abuelos se encontraron con los hombres blancos anunciados por Ologan. Pero para poder comprender el dolor de nuestra tierra con la llegada de los españoles, es muy importante saber qué teníamos cuando llegaron y qué tenemos ahora, después de la masacre.
Nuestras abuelas se vestían, nuestros abuelos utilizaban tejidos muy variados. Mucho antes habían utilizado la piel de los animales, las plumas de las garzas, de los guacamayos, pero poco a poco se cambió con la venida de Ibeorgun y Gikadiryai. Entonces nuestros abuelos conocieron el algodón, nuestras abuelas se vistieron de disggemola, abgimola. Sabían teñir los tejidos de todos los colores, se vestían con un traje hasta la pierna. Luego vino la mola de ahora. Nuestras abuelas tejían la hamaca. Nuestras abuelas amasaron el barro, fabricaron tinajas, platos y cucharas de barro. Nuestros abuelos se peinaban con los hilos de diversas plantas de armazón fuerte, sacaban el hilo de los plátanos, sacaban el hilo rojo, el hijo amarillo, el hilo negro. Nuestras abuelas utilizaron lascas especiales de donde sacaban el fósforo, donde encendían el fuego. Nuestros antepasados eran grandes cazadores, tenían muchos cultivos, nadie padecía hambre. Nuestros abuelos conocían el lenguaje de los animales, se movían siguiendo el chillido y el canto de los animales que les marcaban el tiempo. Con los cuatro gritos de los loros sabían predecir la aurora, más tarde el canto de la iguana, el canto de los pavones. Nuestra gente seguía diversos tiempos de acuerdo a las mismas criaturas de la Madre Tierra. Podían predecir con exactitud el tiempo de la lluvia, las variaciones de los vientos, la sequía. Seguían el curso de los cambios de las hojas de las plantas para conocer los acontecimientos de la naturaleza. Así vivían nuestros padres, así era nuestra civilización, nuestra sabiduría. No hemos copiado nada de los extranjeros. Solo conociendo la sabiduría, la cultura de nuestros mayores seremos capaces de amar y sentir el dolor de la sangre de nuestros mayores con la llegada de los españoles. Si tocamos directamente los acontecimientos de sangre, tendríamos sólo una verdad a medias, porque es mucho más que cosas materiales lo que hemos perdido con la invasión.
Con la llegada de los españoles, nuestros padres, dueños de esta tierra, sufrieron el atropello, la muerte, la huida, el terror. Los dueños de la tierra empiezan a ser huérfanos, a mendigar la tierra. Vino otro lenguaje: mendigos de la tierra. Llegan los españoles cargados de espejos, de ropas cosidas en España; se cambió así el lenguaje de nuestra tierra: ser engañados, ser sometidos. Nuestro lenguaje de gente libre fue pisoteado. Los valores que nuestros padres habían sembrado por muchos siglos han sido sepultados, han sido eliminados. Nos han engañado de muerte. Y esto perdura durante 500 años. Nuestra tierra ha sido violada, se han abierto canales de entrada para los wagas y ahora estamos amenazados por todas partes.
¿Y para qué estamos hablando de esto? Para que nuestro espíritu sea fuerte ante cualquier agresor, para que seamos capaces de decir “tú eres el culpable de la invasión de nuestra tierra”, y no tener miedo ante nadie. Para eso se aprende y se recuerda la historia. Si es tu tierra, ¡qué miedo puedes tener!
Ante todos estos acontecimientos, es muy importante, hijos que me escuchan, tener una conciencia limpia de hijos de esta tierra. Debemos tomar las noticias de sangre de nuestros abuelos como noticias recientes de nuestros padres, de nosotros mismos. Así, solo así, la historia no se repetirá. ¿Sobre la sangre de quiénes estamos viviendo? ¿Qué árboles pequeños y grandes podrían desconocer el sabor de la sangre de nuestros padres? ¿Quiénes dejaron sus huesos sobre esta tierra? ¿Quiénes han sido los primeros en esta Madre Tierra que supieron identificar los gorjeos de los pájaros, los chillidos de las cigarras? ¿Acaso no han sido nuestros abuelos? Los grandes neles, los grandes luchadores de esta Madre Tierra tenían esta conciencia clara. La conciencia de ser dueños de esta tierra. Con la invasión de los hombres blancos comenzó nuestra parálisis, nuestra debilidad mortal. Como huérfanos nos han tratado.
Yo personalmente no sé cómo está escrita la historia por los mismos agresores de nuestra tierra. Pero me llegan rumores de que los españoles dicen haber descubierto nuevas tierras; pero les digo que España no descubrió nada, pues nos agredió, nos invadió, nos mató. Si hubieran encontrado nuestra tierra sin nosotros, así como una isla deshabitada, sí podría decir haber descubierto una nueva tierra. Pero en esta nuestra Abia Yala vivían millones de nuestros abuelos. A lo largo y ancho de Abia Yala nuestros padres levantaban su cultura, su civilización, ¿cómo van a descubrir nuevas tierras? Es una historia de mentiras. Hermanos que me escuchan, ¿por qué los wagas hablan sobre su historia y transmiten sus luchas y sufrimientos a sus hijos? ¿No es para perpetuarse sobre la tierra? Y nosotros, ¿por qué no vamos a encontrar nuestras raíces? ¿No es para sentirnos hijos verdaderos de esta tierra? ¿Cómo vamos a defender nuestros derechos, nuestra tierra, si no sabemos cómo nos los han quitado y qué consecuencias padecemos año tras año? Eso es lo que nos dicen nuestros sailagan, es la historia que nos debe hacer valientes en la lucha. En el momento de conocer esta nuestra historia es cuando nos sentimos hombres.
Es cuando nos sentimos hijos de un pueblo grande, y todo este sentimiento nos debe impedir vender esta nuestra tierra a cualquier postor. Nuestros abuelos sabían que los españoles estaban mejor armados, pero el amor a la Madre Tierra fue mucho más grande que la misma agonía y que la muerte. Por eso Olotebiliginya, cuando llegaba a este punto de la historia, se ponía indispuesto.
Gilberto Arias
Nuestros padres sabían que algún día llegarían los hombres de otras grandes islas, como lo había dicho Ologan. Orgun también lo había repetido. Sin embargo, no sabían cuándo vendrían, ni qué intenciones tendrían. Por eso, cuando llegaron los españoles a nuestras tierras, nuestros padres creyeron que habían venido los nelegan, predichos por varios grandes dirigentes. Creyeron que venían de arriba. Nuestros abuelos, siempre creyentes en Baba, siempre dispuestos a acoger a todos, siempre dispuestos a perdonar, no pudieron rechazar inmediatamente a los españoles. No conocían las intenciones de los españoles. Así pasó en un primer momento. Mientras nuestros abuelos los confundían con personas sobrenaturales, los españoles reconocieron inmediatamente lo que buscaban en los platos con incrustaciones de oro, en las variadas vasijas de oro, en las pecheras de oro. Pero esto nos sucede todavía. Viene mucha gente que nos habla del valor de nuestras costumbres, de nuestras vidas, y no sabemos qué intenciones traen detrás de todo esto.
Cuando volvieron de nuevo los españoles ya sabían lo que entusiasmaría a nuestros abuelos. Así empezaron a cambiar latas, espejitos, los hilos un poco extraños por oro. Nuestros abuelos ya habían descubierto la aguja y utilizaban las espinas de diferentes plantas; ya tenían hilos de varias plantas, pero los brillos y modos tan diversos de los españoles los encandiló. Y como cuando abunda una cosa, en este caso el oro, ya no le prestamos atención. Así ocurrió a nuestros abuelos en Abia Yala. Y cuando este oro fue llevado a España y volvieron a nuestras tierras, es cuando llegó la violencia, el atropello, la sangre. Violaron a nuestras madres, a nuestras abuelas. Entonces, nuestros abuelos descubrieron las intenciones de los españoles, reconocieron que no eran los nelegan esperados, sino que eran emisarios del mal.
Nuestros abuelos más reacios a dar el oro y dejarse someter por los españoles fueron los primeros en ser eliminados. Eran obstáculos para su ambición. Descuartizaron a nuestros abuelos, a nuestras abuelas. Les amarraban para dejarlos como festín de los perros rabiosos. Amarraban a nuestros abuelos en frente de sus mujeres desnudas, burlándose de ellos, haciéndoles andar a gatas. Muchos de ellos fueron llevados a España, amarrados unos, para remar otros, azotados inhumanamente a los largo del mar Atlántico. Así sufrieron nuestros abuelos. Los vendían como esclavos, los subastaban a mejor precio. Y, hermanos míos, ¿qué les enseñan a ustedes en las escuelas? ¿Les enseñan que nuestros abuelos sufrieron, que nuestros abuelos han muerto por miles y miles? Nada. Esa historia la tenemos nosotros y no está escrita.
Los españoles tomaron por sorpresa a nuestros abuelos. Nuestra gente se dispersó, huyendo de una parte a otra. Se escondían, y eran los dueños de la tierra. Los trabajos, el desarrollo que día a día habían elaborado fueron abandonados. El arte, la organización, la autoridad que llevaban consigo fueron maltratados violentamente. Hubo entonces un tiempo de terror. Las enseñanzas que llevaban regularmente, no podían mantenerse en el tiempo del terror. Había que sobrevivir. Y esto no duró un mes, sino años, siglos. Nuestros abuelos se vieron obligados a abandonar sus tierras, huían, mendigando tierras.
Dijeron que éramos salvajes, y no podían decir otra cosa, porque decir que éramos gente organizada no les permitiría eliminarnos como animales. A ellos no les convenía tratarnos como gente, pues querían tomar toda nuestra riqueza. Pero, en verdad ¿quiénes eran los salvajes? ¿Quiénes eran los caníbales y los ladrones? ¿Acaso nuestros abuelos fueron a invadir las tierras de los españoles, a matar a sus hijos? Los verdaderos salvajes y caníbales eran los españoles. Así debe ser escrita la historia verdadera. El recuerdo de la invasión es el que nos hace valientes, es el que nos hace precavidos, es el que nos hace sospechar de la “buena gente” que llegan a nuestras costas. No necesitamos a nadie que nos venga a incitar, ya tenemos suficiente con nuestra historia. Nos sobran los motivos de lucha. Ahora nos dicen que son los intelectuales, los que ha estudiado en el exterior, los que vienen a motivar la lucha. Es una mentira y una ofensa a nuestra historia. ¿Acaso ellos saben la lucha de Ibeler, de Igwasalibler, de Duiren? Son nuestros sailagan, nuestros voceros, quiénes recuerdan diariamente esta nuestra historia sangrante. Sólo recordar esta historia nos pone en alerta, nos pone en actitud de defensa. Los wagas tienen miedo a nuestra historia. Por eso les animo a que aprendan nuestra historia, porque si no llegará el momento en que ustedes pensarán que las “sapas” son las mentiras que cuentan nuestros padres. Esa historia de los blancos les hará renegar de los valores de nuestra tierra.
Queremos decir algo nuestro, nuestra historia, ante la celebración de los 500 años del mal llamado descubrimiento de América. Ellos se alegrarán, pero para nosotros debe ser tiempo de tristeza, de dolor, de recordar los sufrimientos de nuestros pueblos. Hay que tener presente que en muchas ocasiones nuestros padres han sabido responder a las exigencias de los españoles de un modo mucho más excepcional de lo que respondemos hoy en día. Por ejemplo, Galib había sido reclamado por Nueva Granada de Colombia. Los españoles querían dar una tregua y querían dar tierras a nuestra gente. ¿Y qué dijo Galib? Si soy el dueño de esta tierra, si mis padres han sido los primeros en escuchar el canto de las aves sobre esta tierra, ¿cómo un extranjero que vino a robar esta tierra me va a decir que aquí, con esos límites debo vivir? Soy yo, somos nosotros quienes debemos decir dónde nos toca, dónde nos queremos mover.
CIDH CONDENA “ENÉRGICAMENTE” ASESINATO DE LÍDER INDÍGENA DEL PUEBLO WAYÚU
Por Servimedia, 3 de Agosto 2010.
COLOMBIA: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenó ayer “enérgicamente” el asesinato del líder indígena del pueblo wayúu Luis Alfredo Socarrás Pimienta y pidió al Gobierno que investigue el caso y proteja a los defensores de los derechos de los indígenas en Colombia.
La comisión destacó en un comunicado que Socarrás era “un reconocido líder indígena y defensor de los derechos humanos del pueblo wayúu”. Durante el último año, el dirigente indígena había liderado varias manifestaciones del pueblo wayúu en protesta por la situación de sus derechos humanos individuales y colectivos, reclamando mejoras en la calidad de vida de sus integrantes. Socarrás había participado además como candidato por el partido Polo Democrático Alternativo a la alcaldía del municipio de Manaure (norte de Colombia) y había sido el gestor de campañas de atención odontológica a comunidades de la Alta y Media Guajira.
Según la información recibida por el organismo, Socarrás fue asesinado el 27 de julio en Riohacha (norte) por un sicario que le disparó en la puerta de su casa y huyó.
La CIDH condenó “enérgicamente” el asesinato y señaló que los ataques contra los defensores de los derechos humanos “no solamente violan sus garantías individuales como personas, sino también atentan contra el rol fundamental que cumplen en la sociedad”. El atentar contra alguien como Socarrás, odontólogo y defensor de derechos humanos, “genera situaciones de indefensión para todas las personas que se benefician de sus labores”, lamentó el organismo. Por eso reclamó al Estado que investigue el crimen “para llevar a la justicia y sancionar a los responsables materiales e intelectuales”, y enfatizó la necesidad de proteger y dar seguridad a los defensores de los derechos de los pueblos indígenas de Colombia “para evitar la repetición de crímenes como éste”.
El organismo recordó que el trabajo de los defensores de derechos humanos es una “pieza esencial” en la construcción de una democracia “sólida y duradera”, así como para lograr el pleno del Estado de Derecho y las garantías fundamentales de todas las personas.
COMUNIDAD DE SECHURA PROTESTA POR FOSFATOS Y EXPLOTACIÓN MARINA
Por Servindi, 4 de Agosto de 2010.
PERÚ: La comunidad campesina San Martín de Sechura anunció una marcha de protesta tras el primer envío de roca fosfórica por la Empresa Vale, fijado para el 5 de Agosto. La comunidad, ubicada en la norteña región de Piura, calificó esa fecha como el “día de la indignación” porque saldrá hacia Brasil el primer embarque de fosfatos sin que el pueblo haya recibido el beneficio prometido.
El comunero Francisco Ayala informó que la protesta será contra las falsas promesas y expectativas creadas en torno al fosfato, porque supuestamente significaría el despegue y el desarrollo de la provincia. Por otra parte, el diario La Primera recogió el testimonio de Edgar Villareyes Chira, un ex trabajador de la compañía brasileña Vale, quién denunció haber sido despedido injustamente junto a otros trescientos trabajadores. Villarreyes asimismo calificó de “falsa” la información empresarial que señala que el 80 por ciento de los trabajadores de Vale pertenezcan a la provincia de Sechura.
También el Frente de Ancha Base de los Intereses de la Bahía y Provincia de Sechura expresó su malestar frente a la amenaza de la Empresa Savia Perú de abrir pozos petroleros dentro de la bahía de Sechura. Señalan que ellos viven del mar, el cual les brinda una fuente de trabajo sostenible como la pesca y la maricultura. La actividad petrolera traerá “graves consecuencias” y los perjudicados serán todos los sechuranos. Denuncian que las empresas prometen el oro y el moro pero no cumplen sus promesas y todo queda en un engaño. Este es el caso de la empresa Vale Do Río Doce. Sostienen que ahora se lleva el fosfato sin dejar nada bueno para la provincia.
LA GENTE VIVE ESPERANDO LA MUERTE EN MUCHOS PUEBLOS DE NÍGER
Por Caroline Gluck, 4 de Agosto 2010.
ÁFRICA: Níger es el epicentro de la actual crisis alimentaria en África occidental. Caroline Gluck, enviada de Oxfam, nos informa desde las comunidades más rurales a las afueras de Niamey.
El municipio de Simiri, dentro del distrito de Ouallam está a aproximadamente a una hora y media por carretera de Niamey, la capital de Níger. Simiri está lejos de ser una de las zonas peor afectadas por la crisis alimentaria más aguda que en estos días azota el país. Se comenta que hay áreas más al norte del distrito donde la situación es mucho más seria.
No obstante, incluso en Simiri las circunstancias son extremas. Cuando pregunto a un grupo de hombres cobijados a las sombra cómo han ido las cosas, me responden: “La situación es catastrófica”. Más del 80% de los nigerinos viven en zonas rurales como Simiri, y subsisten gracias a la agricultura y la ganadería. Se dice que para la mayoría de estas personas el ganado es su cuenta bancaria. Si las cosas van bien, compran más animales, porque lo consideran una inversión para el futuro. Pero los tiempos que corren son terribles.
En el municipio de Simiri, la mayoría de los hombres que antes tenían ganado se hanvisto obligados a venderlo para comprar alimentos para su familia. Dos hombres me dijeron que sus vacas habían fallecido en los últimos nueve días. No hay ni comida, ni pasto, ni agua para alimentarlas, así que simplemente colapsaron y se murieron de inanición. Oxfam había repartido forraje en el municipio, pero los hombres me dijeron que se había terminado todo.
Djibri Daouda, un padre con cuatro hijos, me muestra una vaca: “El año pasado tuve que vender dos vacas para poder alimentar a mi familia”, me explica. “Esta era la última”, añade mientras con un gesto me señala la res muerta y seca sobre el terreno arenoso y lleno de moscas. “Se murió hace nueve días”, se lamenta el granjero.
Después, Djibri me enseña el granero de la familia vacío, pues la pequeña cosecha de mijo se acabó hace muchos meses. “Ya solo vienen los ratones”, comenta con sarcasmo.
Aparte de las vacas, este granjero antes tenía cabras, ovejas y varias gallinas, pero la única gallina que le queda está enferma y ya no pone huevos. La familia sobrevive principalmente con una dieta de hojas silvestres mezcladas con harina de mandioca. “Lo único que le pido a Dios es que superemos estos tiempos tan difíciles. Si lo logramos, quizá recobremos la esperanza”, concluye Djibri.
Se trata de tiempos muy preocupantes, que marcan solo el principio de la conocida como época de mayor hambruna en Níger, ya que faltan varios meses antes de la próxima recogida de las cosechas en septiembre. La gente ya ha agotado la mayoría de sus mecanismos de supervivencia vendiendo el ganado y los bienes familiares.
Antes Moussa Kolikoye tenía más de treinta cabras, trece ovejas, nueve vacas, un burro y dos caballos, pero con los años ha ido teniendo que venderlos todos, hasta que la última oveja se le murió a finales del año pasado.
“Este año ya no me queda nada”, se lamenta este padre con ocho hijos. “A veces puedo ganar algo de dinero, pero ya no me quedan muchas fuerzas porque estoy débil de no comer. Aquí la gente vive esperando la muerte, y no hay otra cosa. Pueden pasar tres o cuatro días sin que comamos decentemente, solamente sobrevivimos con hojas silvestres”.
Después de conducir un rato, me detengo en el poblado de Zontondi. Me encuentro con unos hombres que están vendiendo leña recogida del lado de la carretera, una de las pocas actividades con las que pueden ganar algo de dinero. Incluso así, salen de su casa de madrugada, tienen que andar nueve kilómetros o más para encontrar la leña y después vuelven cuando ha oscurecido.
“Son los peores tiempos que he conocido”, se queja Younoussa Mahmoudou, un padre de 50 años con doce hijos. “Estamos peor que en 2005”. Fue en dicho año cuando Níger se enfrentó a una crisis alimentaria seria, pero en 2010 la gente dice que la hambruna está más extendida. Lo único que pueden hacer es rezar para que llegue la ayuda y puedan así superar los próximos meses.